Aquéllos extranjeros del 8.

Un día llegaron esos extranjeros, creo que, esta vez, sólo son tres, no creemos que les falte nada, son felices, pero solo son tres.
A veces oímos que los niños cantan acompañados de una guitarra, a veces los vemos entrar con papeles y pinturas, plastilina y esas cosas. Muchas ocasiones suben las escaleras con ojos puestos en un libro. Siempre nos saludan con una sonrisa.
Se parecen a su padre, es un profesor, parece francés, al menos lo habla.
Los niños tienen ojos grandes y la niña es muy bonita, el tiene chinitos.
No sabemos bien de donde vienen, pero es seguro que no son de aquí, esos nuevos parecen experimentar nuevas cosas aquí.
Este es el diario de nuestra crisis, el testigo de nuestra evolución personal.

miércoles, 29 de septiembre de 2010

Historia 3

"El arqueólogo", como el gusta decirse, ha encontrado al fin el objeto que busca, al fin, el tesoro sería de su "magnífica persona"
Su ambición brillo dentro de ese cofre rudimentario, pero lujoso, con grabados hermosos en lo que parece el contorno.
Pero más brilla su morbo y emoción cuando decubre sangre fresca corriendo sobre las grecas.
Fuego, fuego en su alma, fuego en sus manos, un fuego maldito recorre su ser cuando se da cuenta que la sangre que le conectó las neuronas es su sangre, la misma sangre que recorre sus venas al tiempo que su corazón palpita cada vez más rápido, buscando la sangre que le falta para bombear.
Fuego, fuego que parece agua hirviendo en su piel, y al final la tranquila pero terrorífica idea de la muerte, como el presagio de una sabio, antes de ver al mismo cumplirse.
Algunos veranos después, ese mismp cofre hermoso y atractivo para la vista de todos, ha creado guerras y ha destruido naciones sólo para ver caer a la ganadora, bajo su admirable brillo sanguíneo.
Un pequeño niño, de tez morena y ojos obscuros, le falta una gran parte de su cabello, y esta sucio de barro, muy limpio comparado con su entorno, miles de escombros yacen detrás suyo, esperando el momento pere volver a nacer.
El pequeño niño está tirado en el suelo, sin ropa alguna, con quemaduras en los brazos y piernas, alcanza a ver un pequeño destello dorado a través de unos bloques de hormigón reducidos a bloques de pocas pulgadas cúbicas. Con la poca fuerza de su pequeño cuerpo, se levanta y empieza a andar, buscando el destello escondido entre la neblina llena de espíritus perdidos.
Al llegar, le parece demasiado fácil empujar un bloque de piedra de la mitad de su tamaño, y también se le hace fácil tomar el pequeño cofre, cuyas grecas empiezan a sudar algo rojo, pero no llegan a segregar su líquido mortal, el cofre está roto, roto por las guerras y las pérdidas en su nombre, hecho pedazos entre los dientes demoledores que creó, pero hay algo pero adentro, algo que causará aún más desgracia.
el niño toma, invulnerable a su maldición, el pedazo de cuarzo color rosado, la piedra lo siente y lo empieza a asesinar, pero no puede, el niño se queda viendo estupefacto como la piedra se empieza a quebrar, desesperada, sedienta de una sed cultivada por cientos de años.

Lo único que el sabe es que esta muriendo, y debe salvarla, debe tenerla, toma un tubo de acero oxidado y se acerca a su gema maldita, levanta los brazos. Debe tener esa piedra, es su única esperanza, no sabe si para vivir o morir, pero lo es, es su deseo, el error del hombre.

Un grito de guerra, un golpe atronador que deja eco en el ambiente. Un río rojo brilloso y dos cuerpos mutilados, un círculo de miembros humanos; y un destello rosado,  limpio y muy luminoso, tanto, que se come el mundo.

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