Aquéllos extranjeros del 8.

Un día llegaron esos extranjeros, creo que, esta vez, sólo son tres, no creemos que les falte nada, son felices, pero solo son tres.
A veces oímos que los niños cantan acompañados de una guitarra, a veces los vemos entrar con papeles y pinturas, plastilina y esas cosas. Muchas ocasiones suben las escaleras con ojos puestos en un libro. Siempre nos saludan con una sonrisa.
Se parecen a su padre, es un profesor, parece francés, al menos lo habla.
Los niños tienen ojos grandes y la niña es muy bonita, el tiene chinitos.
No sabemos bien de donde vienen, pero es seguro que no son de aquí, esos nuevos parecen experimentar nuevas cosas aquí.
Este es el diario de nuestra crisis, el testigo de nuestra evolución personal.

sábado, 19 de febrero de 2011

Historia 4

El fin del mundo, solía preguntarme como sería el fin de la raza humana, como una sociedad tan poderosa sería capaz de caer, porque al final siempre resucitamos. Eso solía pensar...
Era el ultimo de ellos y contaría la última de las historias, se la contaría  a la tierra y el cielo, a los árboles y a todos los animales en su lecho de muerte.
Era tan simple como la psicohistoria, como analizar todos los grandes imperios y reinados, de los que al final poco se sabría, y es que todo nuestro conocimiento y todos nuestros avances, incluso la riqueza humana...
Ni siquiera la fisica cuántica pudo salvarnos, porque era su madre, la fisica, la que predijo nuestra caida, todo lo que sube...
Calló, calló el eterno eco del sol resplandeciente del que se hablaría en poemas y versos, en pláticas de amor comparandolo con los ojos, y en pláticas de ciencia diciendo que aunque si moriria, nunca presenciariamos su final. Calló mientras yo callaba y caía y caía obervando la magnífica luminisecia de una estrella muriendo, de un mundo muriendo y de la vida al final, muriendo. Pues la ecuación de la vida estaba resuelta, y la ecuación preguntando eternamente el porque de las cosas, estaría, como siempre estuvo destinada a estar...   
                                    en el infinito resplandor de una respuesta ausente.

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