Aquéllos extranjeros del 8.

Un día llegaron esos extranjeros, creo que, esta vez, sólo son tres, no creemos que les falte nada, son felices, pero solo son tres.
A veces oímos que los niños cantan acompañados de una guitarra, a veces los vemos entrar con papeles y pinturas, plastilina y esas cosas. Muchas ocasiones suben las escaleras con ojos puestos en un libro. Siempre nos saludan con una sonrisa.
Se parecen a su padre, es un profesor, parece francés, al menos lo habla.
Los niños tienen ojos grandes y la niña es muy bonita, el tiene chinitos.
No sabemos bien de donde vienen, pero es seguro que no son de aquí, esos nuevos parecen experimentar nuevas cosas aquí.
Este es el diario de nuestra crisis, el testigo de nuestra evolución personal.

lunes, 5 de julio de 2010

Historia I

EL SOBRE AMARILLO.

Estás despertando, vez una tenue luz que se asoma por una ventanilla sin bordes, estás en un lugar frio, pequeño, de paredes lisas.

Sientes algo en las muñecas, tienes las manos atadas por una cuerda.

Recuerdas un libro que leíste sobre músculos y empiezas a relajarte, tu respiración se alarga. La cuerda que ataba tus manos cae al suelo, tus manos, ahora libres, comienzan a desatar otra cuerda que tenias en tus pies, listo, tus pies son libres.

Oyes unas voces y te acercas a la ventanilla.

-Ya casi está, solo ajusto esto…

La voz provenía de una figura femenina, dudosa y nerviosa.

Ella vuelve a hablar.

-¿Estás seguro?

La voz que responde es de una figura masculina más cansada y vieja, pero determinada. Te atrae la atención un sobre de color amarillo en las manos de la segunda figura. Parece tener algún tipo de datos que el esta observando.

-Sí. Responde.

Ahí acaba la conversación, empiezas a buscar una salida, una puerta, o algo que te saque de ahí.

Pero no hay puertas, ni salidas.

Se empiezan a oír unos ruidos mecánicos, más bien sistemáticos, como radioactivos, no tanto golpes secos.

Pero esa distracción no te cobra mucho tiempo, ya volvió a tu mente el deseo de salir, recuerdas aquella ventanilla, y la buscas, pero ya no esta.

Algo pasa, los ruidos, o el ruido, se detiene, y la voz femenina, ahora temerosa y suplicante, habla de nuevo.

-Nada más piénsalo un poco, no es muy seguro, y aunque lo logremos no sabemos dónde lo estamos mandando.

-Continúa. Dijo el hombre, esta vez como hipnotizado.

Pero la mujer insistió,

-¿Sabes qué? Me niego, no quiero tener esa culpa sobre mí.

-¡Cállate y trabaja, funcionará! Regina, es lo que hemos estado esperando.

Se oyen unos pasos, y a continuación un ruido sordo. Las paredes empiezan a brillar,  vuelve el ruido mecánico.

De repente ya no hay paredes ni nada, y te ciega una luz proveniente de todos lados.

Y recuerdas tu graduación, tus maestrías y tus doctorados.

Tus últimos pensamientos antes de abrazar la eternidad, y unirte al absoluto.



FRANK -¡-

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