Aquéllos extranjeros del 8.

Un día llegaron esos extranjeros, creo que, esta vez, sólo son tres, no creemos que les falte nada, son felices, pero solo son tres.
A veces oímos que los niños cantan acompañados de una guitarra, a veces los vemos entrar con papeles y pinturas, plastilina y esas cosas. Muchas ocasiones suben las escaleras con ojos puestos en un libro. Siempre nos saludan con una sonrisa.
Se parecen a su padre, es un profesor, parece francés, al menos lo habla.
Los niños tienen ojos grandes y la niña es muy bonita, el tiene chinitos.
No sabemos bien de donde vienen, pero es seguro que no son de aquí, esos nuevos parecen experimentar nuevas cosas aquí.
Este es el diario de nuestra crisis, el testigo de nuestra evolución personal.

domingo, 22 de agosto de 2010

Quiza...



Como callarnos cuando las palabras no sobraban, o decir cosas cuando los arboles escuchaban.
Como decirte que te extrañe cuando en verdad la lejanía me hacia olvidarte. Como cuando intentamos no besar nuestros labios, no mirar nuestros errores, & tocar por encima de las ropas, las verdades por callar. Quizá los kilómetros nunca sean suficientes, ni las nubes, o los días, tal vez lo que nos falta es la cercanía.

A veces sueño una nueva casualidad, que se desliza por mis manos, y cuando la observo, tan solo me da un poco de aquella esperanza que el tiempo me ha ido arrebatando. Y todo es como papel mojado, frágil, efímero, y cuando no me atrevo a acariciar las palabras por miedo a que se borren, a que te borres.

Como pedirte que vuelvas, quitando polvo y telarañas, que dejes todo reluciente como antes. Como cuando dejábamos los problemas bajo el agua de la bañera, y nos dedicábamos a observarnos ajenos a la realidad.

 Quizá un sueño, otro acertijo o los pasatiempos que vienen en la ultima sección del periódico, tengan por respuesta tu nombre.

A veces imagino que un olor conocido despertara mis recuerdos, y le sonrío, y tan solo me devuelve un ojalá. Pero la tierra sigue girando, y mis sueños no paran, así que solo me queda caminar un rato bajo la lluvia hasta que el alba vuelva a aparecer.


Mena**

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