Sí, estamos de vuelta, por razones que a veces no logramos entender, estamos aquí y yo estoy de nuevo escribiendo, abriendo este libro empolvado con un poco más de luz y alegría que a donde fui a meditar.
Sigo siendo un cuervo, ella sigue siendo una total celadora de sueños, Francois nos viene a acompañar, ya lo descubrirás en sus letras, incluso tal vez entiendas mejor porqué Mena y Frank salieron tan raros.
Somos tres, como dice arribita, pero felices, enfrentándonos unidos y con la mayor valentía que se nos ha otorgado a un cambio, pequeño, sí, pero al mismo tiempo inmenso, para nuestra mente y para nuestros cuerpos.
Somos criaturas de hábito, acostumbrados a la costumbre, al buen café en la mañana y a la familia al recorrer el día, dispuestos siempre a tendernos la mano y a observarlo todo con ojos de felicidad, cada uno desde su propio lente (Porque los tres tenemos lentes). Así que un cambio como éste, una simple resta, un simple adiós toman entonces un significado y un poder de magnitudes planetarias.
Y así que estamos de vuelta y no sé como llegué a escribir todo esto. Mis dedos se impulsan solos como solían hacerlo, se alimentan de mis emociones más oscuras, de las más blancas, las toman todas y pulsan con ellas las teclas empolvadas y viejas de esta blanca Mac.
Nuevo espacio, nuevo mundo, nuevas letras, nuevo ciudadano de este país extranjero.
Bienvenidos de nuevo, los Habitantes les recibimos con las puertas abiertas y el corazón, sangrante y herido, a sus pies. En espera de que lo tomen y lo hagan parte de ustedes, pues sabemos que no hay corazón que no sangre, que no haya sido herido.
Es un tiempo de paz, de re-descubrimiento y de renacimiento.
¿Olvidé mencionar a nuestro nuevo gato? Entonces disculpen, somos tres y medio.